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Novela

 

 

Once campanadas a medianoche

“Esta novela de Hugo R. Correa Luna se plantea con convicción a partir de una estructura en espiral. En cada curva del relato nace una intriga efímera como una voluta: surge robusta, pero de inmediato llega a un clímax y otra la reemplaza. La acción, frenética hasta el escándalo, nunca se detiene. Como en Kafka, avanza con afán, con cierta −módica− desesperación, hacia un centro tan próximo como inestable. El protagonista asiste a una fiesta; su objetivo es encontrarse con un amigo. Una pareja de desconocidos, Ernesto y Melina, lo abordan y le proponen una misión. Por caprichos de la coyuntura, él acepta: tendrá que convencer a la madre de Ernesto para que apruebe a Melina como novia de su hijo. Con esta excusa, el héroe inicia un periplo por una mansión laberíntica y un enrevesado barrio industrial, en ambos lugares se cruzará con una caterva de personajes alucinados. Correa Luna escribe Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) con mano inteligente y celebratoria. Logra lo que nadie: la alquimia perfecta entre absurdo, erotismo, conflictividad social y humor. Organiza un mundo –coágulo político− en el que todo es visaje, incerteza, malentendido. Este artefacto voluble se presenta encabalgado en una precisión sintáctica que el lector, desde el primer párrafo, reconocerá como una forma concreta de la felicidad.”

Jorge Consiglio

 

 

Hugo R. Correa Luna nació en 1949 y murió en 2020. Fue un “escritor secreto” que tuvo cierta reticencia a editar sus libros hasta que en 2005 publicó su primera novela, El enigma de Herbert Hjortsber, para exorcizar el temor a la muerte, cuando le diagnosticaron un cáncer y creyó que le dejaría a sus hijas una pesada herencia de papeles inéditos. Luego publicó La pura realidad (Losada), Los árboles (Modesto Rimba) y Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) (Cien volando), además del poemario Andado poesía (1989). Fue maestro de muchos escritores. Durante más de cuarenta años se dedicó a pensar los problemas de la escritura en los talleres literarios que dio en distintas instituciones y en su casa.

 

 

 

 

Once campanadas a medianoche, Hugo R. Correa Luna

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Once campanadas a medianoche

“Esta novela de Hugo R. Correa Luna se plantea con convicción a partir de una estructura en espiral. En cada curva del relato nace una intriga efímera como una voluta: surge robusta, pero de inmediato llega a un clímax y otra la reemplaza. La acción, frenética hasta el escándalo, nunca se detiene. Como en Kafka, avanza con afán, con cierta −módica− desesperación, hacia un centro tan próximo como inestable. El protagonista asiste a una fiesta; su objetivo es encontrarse con un amigo. Una pareja de desconocidos, Ernesto y Melina, lo abordan y le proponen una misión. Por caprichos de la coyuntura, él acepta: tendrá que convencer a la madre de Ernesto para que apruebe a Melina como novia de su hijo. Con esta excusa, el héroe inicia un periplo por una mansión laberíntica y un enrevesado barrio industrial, en ambos lugares se cruzará con una caterva de personajes alucinados. Correa Luna escribe Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) con mano inteligente y celebratoria. Logra lo que nadie: la alquimia perfecta entre absurdo, erotismo, conflictividad social y humor. Organiza un mundo –coágulo político− en el que todo es visaje, incerteza, malentendido. Este artefacto voluble se presenta encabalgado en una precisión sintáctica que el lector, desde el primer párrafo, reconocerá como una forma concreta de la felicidad.”

Jorge Consiglio

 

 

Hugo R. Correa Luna nació en 1949 y murió en 2020. Fue un “escritor secreto” que tuvo cierta reticencia a editar sus libros hasta que en 2005 publicó su primera novela, El enigma de Herbert Hjortsber, para exorcizar el temor a la muerte, cuando le diagnosticaron un cáncer y creyó que le dejaría a sus hijas una pesada herencia de papeles inéditos. Luego publicó La pura realidad (Losada), Los árboles (Modesto Rimba) y Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) (Cien volando), además del poemario Andado poesía (1989). Fue maestro de muchos escritores. Durante más de cuarenta años se dedicó a pensar los problemas de la escritura en los talleres literarios que dio en distintas instituciones y en su casa.